No sufras innecesariamente ni te rindas al dolor.
Muchos de mis pacientes vienen a la clínica porque sufren dolor crónico. Creo que es uno de los aspectos que a todos nos asusta más, aunque sepamos que nos ayuda a garantizar nuestra supervivencia. Es una señal de alerta que nos advierte que algo en nuestro organismo no funciona correctamente.
“El dolor es para la humanidad un señor más terrible que la propia muerte”
Albert Schweitzer
Tanto es así que el dolor crónico se considera el malestar físico más discapacitante que existe.
Podemos definir dos tipos de dolor:
1) Dolor agudo: es de corta duración, entorpece temporalmente nuestras capacidades tanto psíquicas como físicas, la causa suele ser conocida, produce ansiedad y suele responder al tratamiento.
2) Dolor crónico: es de larga duración, entorpece indefinidamente las capacidades físicas, la causa suele ser desconocida, causa ansiedad y miedo y no suele responder al tratamiento.
Todo dolor produce un estado de ansiedad que supone un nivel elevado de estrés para el organismo, generando desequilibrios. Los más comunes son la inflamación y éste a su vez contribuye a generar más dolor.
El dolor crónico limita la habilidad para trabajar, disfrutar, cuidar de uno mismo, incrementa la introversión y la depresión, la soledad y el aislamiento. Conforme el dolor aumenta, muchas personas abandonan su lucha contra él, permitiendo que se adueñe de sus vidas.
Tras la consulta médica es común volver a casa con una receta repleta de fármacos, entre ellos sedantes, analgésicos, antiinflamatorios no esteroideos, beta-inhibidores, antidepresivos y relajantes musculares. Pues bien, os describo algunos de los posibles efectos secundarios de todos estos medicamentos: pérdida de memoria, problemas renales, problemas hepáticos, somnolencia, vómitos y náuseas, úlceras, enfermedades cardíacas, osteoporosis, hipertensión, menor inmunidad…
Mi prioridad principal es que los pacientes vaya disminuyendo los medicamentos a medida que se realiza el tratamiento integrado para combatir el dolor desde todos los aspectos de la persona.
Debemos confiar en nosotros, el cuerpo humano “realiza los milagros más grandes de la medicina” por sí mismo, es difícil definir hasta dónde llega exactamente el poder sanador natural del cuerpo el cual supera con creces la ingeniería humana.